EL ENCUENTRO.
“Todos los días hago el mismo recorrido para ir a mi trabajo. Como está solo a quinientos metros de mi casa, voy andando. La oficina está en la misma calle pero en la acera derecha y mi casa está en la izquierda. Antes, al salir de casa, cruzaba la calle a la otra acera e iba recto por ésta hasta la oficina. Pero desde que cortaron el paso por la acera derecha para construir un aparcamiento subterráneo, a escasos metros de la oficina, salgo de casa, sigo por la misma acera y al llegar a la altura de la oficina cruzo la calle. La verdad es que desde que me pasé a la acera izquierda comprobé que era más entretenido, me cruzaba con más gente, aunque casi siempre la misma, justo en el mismo sitio, a la misma hora. Pero, sobre todo, me cruzaba con él, tan guapo, apuesto, alto, elegante… a las ocho menos cinco de la mañana, a unos cien metros de mi casa, a la altura de una lavandería; a los pocos días nos cruzábamos las miradas, después él me sonreía, enseguida se atrevió a saludarme (-buenos días, guapa, llegó a decirme)… me gustaba, todos los días esperaba ese momento. Cuando terminaron las obras, no quise cambiarme de acera ya que no quería perder “el encuentro”. Sin embargo, el primer día no lo ví. Extrañada, decidí cambiarme de acera por si él también había cambiado de lado, pero tampoco me crucé con él; al llegar a la altura del nuevo aparcamiento, éste se derrumbó, me caí, me rompí una pierna y varias costillas… En el hospital leí la noticia, también informaba de la detención, por negligencia, del que había sido encargado de supervisar las obras, varios obreros testifican que antes de las ocho de la mañana se iba del tajo; al lado, la fotografía. Era él.”
NECROLÓGICAS
Mi marido ha vivido siempre lleno de obsesiones y manías. Mas, siempre ha encontrado soluciones. De pequeño, me contaba, observaba cómo unos niños se llevaban un chupete a la boca, otros un dedo: él, después de ciertas indecisiones, optó por chuparse dos dedos a la vez. Más adelante, cuando le salieron espinillas, creo que no dejaba de mirarse al espejo, atónito, su madre le insistía en que se untase con la pomada “clerasil”: tomó la firme decisión de operarse de la piel de su cara. En su trabajo de oficinista, le obsesionaba la forma y el lugar de colocación de los documentos y carpetas y el jefe le compraba archivadores, le mandaba a cursos de organización de archivos: se empeñó en comprar estanterías móviles y que estuviesen al alcance de su mano. Últimamente, ya con una edad muy avanzada, le preocupaba lo de la información sobre la muerte de las personas en los periódicos y la verdad es que gastaba un dineral, pues compraba hasta el diario de la provincia. El otro día quedé asombrada con la información que había recopilado: “unos vienen con bordes y en negrita, otros con letras mayúsculas, en algunos casos las informaciones ocupan siempre dos páginas, a veces se relacionan a todos los familiares, hasta la fiel sirvienta –de eso no tenemos, Paco, le recordé-, en algunos diarios solo ponen a la gente importante y en general solo destacan sus bondades, el lugar del periódico en que sale la información varía mucho, ya que es en primera página si se trata de gente muy importante o si mueren muchos a la vez, suele haber una sección de sociedad donde a veces ponen toda la relación y su edad, pero también aparecen noticias en las páginas de sucesos…”. Pero hoy …no sé dónde colocar su muerte.
Buenas tardes Pepe, enhorabuena por tu relato!!!! No sabía que también eras escritor!!!
Un abrazo.
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Gracias Pilar
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Enhorabuena por el blog. Es espléndido. no se si aqui se pueden poner ideas en respuesta a los otros aspectos del blog
¡¡¡Cuánto disfruto siempre con tus relatos cortos!!! y ¡¡¡ahora los puedo leer, y varias veces!!! ¿Cuándo entrará el mar en ellos?
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Gracias Lucía.
Sí, se admiten ideas, sugerencias, críticas..
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Querido Pepe: solo te ha faltado poner «restricción anulada por sentencia» -muy de actualidad.
!Enhorabuena!
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