Son las 7,40 de la mañana, estoy somnoliento, hace frío, apenas está amaneciendo, afortunadamente no llueve ni está previsto que lo haga: ¡bien! las condiciones ideales, es decir frío pero sin lluvia.
Voy a disputar la Maratón de París, salgo del hotel, situado en una plaza casi escondida, al lado de la Avda. des Trenes, apenas a 600 metros de la salida, situada en los Campos Elíseos, al lado del Arco del Triunfo.
Según voy subiendo por la Avda. Wagran (¿qué hago, troto, camino, estiro? opto por caminar rápido para ir calentando lenta pero progresivamente) me va subiendo también la adrenalina. Pero no, tengo que controlarme, falta más de una hora para el pistoletazo de salida, he de controlar mi euforia, me siento libre, no como un pájaro para volar pero si para disputar una maratón más -la sexta en Paris- y el entrenamiento está hecho.
En esta última hora previa solo he de concentrarme, tener pensamientos positivos, saber que voy a correr durante 42 kms junto con otros 55.000 participantes de más de 60 países, conozco el recorrido y es casi como correr en mi terreno, además llego esta vez con una buena preparación . Y efectivamente al acercarme a la inmensa Plaza Charles de Gaulle (en cuyo centro está el conocido Arco del Triunfo), se va notando y sintiendo el ambiente: muchos corredores, mujeres y hombres, jóvenes y mayores, grupos que salen de la boca del metro, gritos, cánticos, unos hidratandose, otros estirando, algunos, como yo, caminando… ¿hacia dónde? pues será una manía, quizás un medio de buscar la seguridad, pero siempre tuve en las carreras la rutina de ver de cerca con antelación el lugar exacto de la salida, máxime en maratones multitudinarias, como esta de París, en que hay «zonas» valladas de salida en función de la marca prevista (sub 2h 45 min, sub 3 horas, sub 3h 15 min, sub 3h 30 min, etc, así hasta sub 4 h 45 min), cuyas zonas están también señalizadas con un color para una más fácil identificación. Atravieso la plaza (qué bien, ya se está cerrando al tráfico y se va inundando de corredores) y camino Campos Elíseos abajo, voy comprobando los cajones de salida: sub 3 h 45…. si, ahí está el mío: sub 3 horas, color azul, sí, ese es, el mismo color que en mi dorsal. Bueno, ahora ya sé dónde es exactamente dónde tendré que colocarme cuando falten 40 minutos o como mucho media hora; y es que si «entro» en mi «cajón de salida» con menos antelación se que habrá aglomeración, prisas…
Una vez comprobado y reconocido in situ el lugar exacto de salida, vuelvo hacia la plaza, hacia el Arco del Triunfo, ahora ya totalmente despejada de tráfico, en diez minutos los coches desaparecieron y la plaza está ya tomada por los maratonianos. Contemplo banderas multicolores, de Francia, Japón, Italia, México, Canadá, Alemania, España, Holanda, Bélgica…
Empiezo a trotar suave, despreocupado, como la plaza tiene un diámetro de unos 250 metros, me basta con rodear la misma, dar dos o tres vueltas. A continuación hago la rutina de suaves estiramientos. Continúo trotando, ahora algo más rápido, para ir cogiendo ritmo. Finalmente, para hacer los progresivos (unas diez carreras de 100 metros en progresión) utilizo una de las doce avenidas que salen de la plaza.
Son las 8:20, tengo que dirigirme ya hacia mi «puerta» de salida.
Llego en tres minutos, a la entrada dos controladores, enseño mi dorsal (que es el salvoconducto de mi inscripción y que entro en la zona correcta) y paso al recinto vallado, todavía no hay muchos corredores pero en unos minutos se va llenando, voy concentràndome, soltando nervios y haciendo pequeños estiramientos, más que nada para no quedarme frío. Pronto me veo rodeado de corredores, ya casi no puede uno ni moverse, solo saltar o hacer estiramientos isométricos, incluso de los brazos, las manos y sus dedos, así pasa el tiempo y combato el frío. Por la megafonía se intercala música con avisos y presentaciones, generalmente en francés aunque escucho algún «bienvenidos» o Spagne al relacionar los países participantes. También escucho il reste dix minutes (faltan diez minutos), lo que significa que llegó la hora, aunque a veces esos seiscientos segundos se hacen interminables, voy probando y poniendo en posición de start mi reloj deportivo. Solo pienso en el momento en que se dé el pistoletazo de salida.
Tras unos espontáneos aplausos generales y gritos de ánimo protagonizados por los propios corredores, suena el disparo.
¡Empieza la carrera! Primeros metros de los Campos Elíseos abajo. Sube mi adrenalina y a la vez controlo mi ritmo para que no se disparen las pulsaciones.
[continuará]
Esta tan vivamente contado, que estoy deseando ver qué pasa, cómo se desarrolla la carrera.
Me encantan tus relatos cortos. Y que nos cuentes la historia de tus maratones
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